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Hola a todos,

En determinados círculos soy conocido como “el barbas”, o “barbis” según el grado de mariconismo del colega que se dirija a mi (últimamente este grado anda bastante elevado) y recientemente he cumplido treinta y tres años. A que sí, “La edad de Cristo”. Bien, la edad de tu puta madre. ¿Cuántas veces me han dicho estos días lo de la edad de Cristo? Creo que 666 veces.
Eso sí, ahora cuando me suelto la melena y me miro al espejo empiezo a pensar que no llegaré a los treinta y cuatro... Cristo por aquí, Cristo por allá. A tomá pó cúlo, cojóneesh. Ya esta bien home, pero que yaaa eestaaa biiiiieeen!!.

Lo bueno es que ahora que tengo la edad de Cristo ha llegado el momento que había anhelado toda mi vida. Por fin puedo ir al Mercadona con mi batín desbocado y el pelo suelto (sin nada debajo of course, la duda ofende) a comprar panes para el acuario. Y voy a ser el alma de la fiesta transformando el agua en vino. Cojonudo.

Bueno, a parte de los desvaríos, yo me había puesto a escribir por otros temas, quien sabe cuales…Lo sé, me diluyo cual zurullo en cloaca.
La cosa es que con la edad, parece que te vuelves más meditabundo, astral, profundo,.. ¿no?. Ni idea la verdad. Lo que esta claro es que uno tiene sus momentos más o menos dulces y ahora me apetece un poco de desfogue. Un desfogue que me llama a continuar con el proyecto que sostiene estas líneas y que quedó congelado meses atrás.

Todos recordareis a Demetrio. Sino sólo tenéis que buscarlo por este blog...
Bien, pues me acusan de ser su cáncer literario. Que si línea editorial, que si tal y cual, bla bla bla.... Que os follen hijos de puta!!. Y ésto va para los que se aluden, jajajaja. Cabronazos...
Y es que ésta gente tiene un talento fuera de lo común. O eso pienso yo. Seguramente sean tipejos de tres al cuarto como yo, pero bueno, de ilusión se vive.

Bueno, ahora plego que me cierran.

(Continuará)