El mundo desde nuestro punto de vista

martes, 13 de marzo de 2012

Diario de ... Un Demente "Renacer"


Érase una vez un hombre normal llamado Demetrio Valbuena. Nuestro protagonista.
El señor Valbuena era vigilante de seguridad, muy experimentado, puesto que le habían echado de todas las empresas habidas y por haber. Pero eso será otro capítulo.
Demetrio trabajaba en un polígono con un coche de empresa. El coche era un pequeño todo terreno japonés lleno de polvo, pero funcionaba. Patrullaba el polígono al estilo Torrente con su 38 especial de marca Llama. Un revolver tan viejo que empezaba a oxidarse.
Trabajaba todas las noches alejado de la ciudad. Rodeado de edificios fantasma, de fábricas que un día dieron trabajo a personas.
En realidad en el horario de trabajo hacía prácticas de tiro con su revolver. Tenía una gran puntería, pero a él no le gustaba disparar latas, prefería matar animales, perros, gatos, ratas... Y luego le gustaba ver los efectos del disparo en ellos. Siempre soñaba con disparar a una persona, para ver que le haría el revolver en la cabeza, o tal vez en su cuello. Para ver como se ahogaba entre toses y sangre.
Todo esto eran fantasías. Hasta que un día algo cambió.


Nuestro protagonista salió de trabajar, llego a su urbanización, entró al garaje y un coche le seguía. No le presto atención. Pensó que era algún vecino.
Era un pequeño utilitario de una marca alemana, el conductor le aproximó el morro del coche y aceleró amenazadoramente. A Demetrio le extrañó esa conducta porque no sabía de donde venía esa rabia. No tenía problemas con los vecinos, puesto que no coincidía por su horario de trabajo. De pronto el coche se perdió tras una columna.
Demetrio aparcó su coche y sacó su ropa de trabajo en una mano. Vió que se le acercaba una figura. Era un hombre de 1,80 de complexión normal y nariz de farlopero. Vino insultándole en postura amenazante.
Demetrio le lanzó su ropa a la cara y le pateó en sus partes. Éste se desplomó del impacto, momento que aprovechó para patearlo de nuevo. Quedó inconsciente.
No sabía como había hecho eso. Él, que estaba acostumbrado a aguantar mierda. Que insultaran a su familia y a él mismo, todo por mil euros. Pero ya lo había hecho, pensó que le denunciaría, así que busco en sus bolsillos las llaves de su pequeño coche, el que le había perseguido. Metió a su perseguidor en su propio maletero, y le echo su ropa de trabajo por encima. Lo sacó a las afueras, en el campo, a unos 3 km tras un monte. Demetrio gran consumidor de series como CSI sabía que el fuego borraría todo. Así que abrió el capo. Sacó un manguito de plástico de un tirón y sacó gasolina del depósito succionándola. Empapó la ropa de trabajo a modo de trapos. Los tiró dentro del coche, sacó al hombre inconsciente del maletero. Y lo roció con gasolina. Luego, lo puso en el asiento del conductor y le prendió fuego. El hombre se despertó y gritó, intento salir pero Demetrio le había puesto el cinturón. Demetrio se quedó viendo como se quemaba la piel al hombre, como se deformaba con el fuego. Como su piel hacía pompas y sus ojos desaparecían. No sintió nada, ningún atisbo de pena, piedad o tristeza.
Pasados unos minutos del espectáculo, Demetrio se fue andando campo a través para no dejar huellas. Con una sonrisa en la cara. Se sentía pleno, como nunca se había sentido. Esa noche había renacido.
(continuará)
Desde mi WC. El Sr. Deshecho.

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